Si a un cuerpo le aportamos calor, este eleva su temperatura. Si lo hace lentamente decimos
que tiene mucha capacidad calorífica, puesto que es capaz de almacenar mucho calor por
cada grado centígrado de temperatura. Las diferencias de capacidad calorífica entre el agua y
el aceite, por ejemplo, (mayor la primera que el segundo) es lo que hace que, al fuego, el agua
tarde más en calentarse que el aceite, pero también que el agua "guarde" más el calor.
Se llama calor específico de un material (en Kcal/KgºC) a la cantidad de calor que hay que
suministrarle a 1 Kg para que eleve su temperatura 1ºC.
La capacidad calorífica y el almacenamiento de calor traen aparejados ciertos fenómenos. Por
ejemplo: en casa, en invierno, cuando encendemos la estufa al llegar por la tarde, la habitación
tarda en alcanzar una temperatura agradable, y cuando la apagamos, por la noche, la
temperatura de la habitación todavía es buena y no se enfría inmediatamente. Esto ocurre
también en las estaciones: en el hemisferio norte, el 21 de abril (equinoccio de primavera) el sol
está en la misma posición que el 21 de septiembre (equinoccio de otoño), y sin embargo, las
temperaturas son mayores en esta última fecha, por la sencilla razón de que la tierra todavía
"guarda" el calor del verano, que irá perdiendo poco a poco. Esta "resistencia" de la
temperatura a reaccionar inmediatamente a los aportes de calor es lo que llamamos inercia
térmica.
Este es un concepto importante en las viviendas bioclimáticas: si tienen poca inercia térmica,
reaccionarán rápidamente a la radiación solar, calentándose pronto durante el día (hablamos
del invierno), pero también por la noche se enfrían más rápido: el retardo entre los aportes de
calor y la temperatura alcanzada es pequeño. En cambio, en viviendas con gran inercia
térmica, la radiación solar no provocará una subida rápida de la temperatura de la casa, porque
el calor se está almacenando, y posteriormente se libera lentamente por la noche, por lo que no
se producirá una disminución brusca de temperatura; además, las variaciones de temperatura
se amortiguan, no alcanzando valores tan extremos.
Entonces, la inercia térmica en una vivienda lleva aparejado dos fenómenos: el de retardo (de
la temperatura interior respecto a la temperatura exterior), y el de amortiguación (la variación
interior de temperatura no es tan grande como la variación exterior).
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